Atleti: Adios al Zapatones (Luis Aragonés)

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paulofutre
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Atleti: Adios al Zapatones (Luis Aragonés)

Mensaje por paulofutre »

En nuestra religión rockjiblanca tenemos mucho satoral, muchos ídolos: El actual Diego Pablo "el Cholo" Simeone; los veteranos Adelardo, Irureta, Ovejero, Collar; los más recientes como Futre, Kiko, etc.

Pero si hay alguien por encima de todos, es este:
D. LUIS ARAGONÉS SUÁREZ
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Pocas horas después de que el Atlético de Madrid cerrase el regreso de Diego Ribas se marchó para siempre Luis Aragonés. Ironía cruel del fútbol, el universo atlético pasó de la euforia por la incorporación de un jugador especial al llanto por la pérdida de quizá su personaje más legendario. A Luis no le hizo falta coleccionar títulos para alcanzar tal consideración porque el Zapatones, llorado hoy por todo el fútbol español que lo hace suyo, fue y será, ante todo, un personaje ligado al Vicente Calderón y a los colores rojiblancos. “Estoy hasta los huevos de perder contra estos. Salgan ahí y demuestren que solo hay un campeón y que viste de rojo y blanco”. Esta arenga forma parte de la leyenda de la final de Copa de 1992, la noche en que el Atlético de Futre, de Schuster y, claro, de Luis, conquistó el Bernabéu. Al cabo de 21 años no se sabe qué dijo Simeone a los suyos en el mismo escenario. Pero todo el universo colchonero devolvió a su héroe al primer plano. A Luis Aragonés el Barça también debería ofrecerle un homenaje sentido. No sólo por su corta experiencia en el banquillo, hace ya 25 años, sino, también, por su papel al frente de una selección española a la que sin disimulo dibujó con el carácter del Barça. No de Guardiola, sino del Barça en sí mismo. Convirtió en líder a Xavi, reforzó a Iniesta, catapultó a Cesc (cuando aún jugaba en el Arsenal) y a través de ellos alcanzó la gloria con el equipo nacional… Y dejó claro cual era el camino a seguir en el Camp Nou. Pero él siempre fue, siempre será, un tipo atado al Manzanares. Aragonés, Don Luis, acudió al auxilio del Atlético cuando malvivía deprimido en la Segunda División sin necesidad ninguna de poner en cuestión su prestigio y en la actualidad, apartado del primer plano desde que en junio de 2009 abandonó el banquillo del Fenerbahçe, disfrutaba desde la discreción el cabalgar del equipo de Simeone, que a partir de hoy mismo tiene una razón más para poner en guardia a Barça y Real Madrid. A Luis Aragonés se le querrá recordar por ser quien relanzó a la selección española a través de su apuesta por el ‘tiki-taka‘ que adaptó del ‘rondo‘. Después del fiasco de la Eurocopa de 2004, Villar le confió el banquillo de ese equipo siempre favorito y siempre fracasado que tardó cuatro años en alcanzar la gloria. Porque nadie debería olvidar ahora que al día siguiente de caer en el Mundial de Alemania las voces que reclamaban su cese se multiplicaron. Muchos de los que acudieron a su abrazo tras la Eurocopa de 2008 le fustigaron antes. Y son los mismos que hoy se pelean por proclamar su admiración por él. Era un tipo antipático. Brusco. Directo. Nunca regaló un piropo y jamás se doblegó ante quienes le elogiaron de manera hipócrita. Sw encaró con Romario (“míreme a los ojos cuando le habló“), le señalaron por atizar a Eto’o en un banquillo, fue vilipendiado gratuitamente cuando se las tuvo con Reyes y metió la pata en su comparación con Henry, el negro, y le cuestionaron cuando apartó a Raúl, santo y seña, de la selección española. De hecho, esto último nunca se lo han perdonado. Que les den. A todos. Luis llegó al Atlético hace 50 años. Surgido del Getafe, le incorporó el Real Madrid para cederlo consecutivamente a Recreativo, Hércules, Úbeda, Oviedo y Betis, que en 1961 le fichó definitivamente. Allí explotó, a las órdenes de Daucik se convirtió en un interior excepcional y Don Vicente Calderón le echó el ojo. En el verano de 1964, José Villalonga le apartó de la selección que ganó la Eurocopa pero el presidente del Atlético cerró su fichaje a la antigua, enviando de camino a Sevilla, por carretera, tres millones de pesetas. Y ahí comenzó todo. Su palmarés como futbolista se resume en apenas tres títulos de Liga y dos de Copa, pero con Adelardo, Collar, Griffa, Calleja, Ufarte, Glaría o Gárate conquistó el corazón colchonero y lo trasladó del viejo Metropolitano al flamante Manzanares. Comenzó a decir adiós en Bruselas, una maldita noche de 1974. Un mes después de que el Barça campeonase en Gijón, un tal Schwarzenbeck rompió el sueño atlético con un gol al límite del tiempo. Luis, claro, había pintado la Copa de Europa de rojiblanco con un lanzamiento de falta sobrenatural poco antes, en esa prórroga maldita que cerró ese impronunciable tipo. Dos días después, en el desempate, el Bayern barrió al Atleti. Y al cabo de pocos meses Luis pasó a ser Aragonés, cuando Vicente Calderón, en noviembre, despidió a Juan Carlos Lorenzo y le entregó el mando de la plantilla. Como entrenador se estrenó ganando la Intercontinental al Independiente. No quiso jugarla el Bayern y sí lo hizo el Atlético, que en abril de 1975, dos semanas antes de que en el Camp Nou el Leeds United apartase al Barça de Cruyff de la final de la Copa de Europa, alcanzó la cima del fútbol mundial con los goles de Irureta y Ayala. Y con Luis en el banquillo. El historial de Luis Aragonés como entrenador es largo y curioso. Permaneció en el Atlético hasta junio de 1978, tuvo un efímero regreso entre septiembre y noviembre del mismo año y a la temporada siguiente volvió a caer en marzo, en 1980. Invisible en el Betis, que abandonó apenas cumplida la primera jornada de la campaña 1981-82, volvió al Atlético hasta 1987, fue remedio de urgencia en el Barça más deprimente, y dejó su huella en el Espanyol, Sevilla, Valencia o Mallorca. Siempre, eso sí, con el Atleti en la retina. Y así hasta que Villar le utilizó como apagafuegos de la selección. Lo que ocurrió a partir de ahí es lo que le convirtió en el Aragonés de todos los españoles. En la carrera del Zapatones, del Sabio de Hortaleza, muchos dicen que falta el nombre del Real Madrid. Y eso hay que agradecerlo a un tal Julio Pardo, quien en marzo de 1991, cuando Ramón Mendoza despidió del banquillo a John Toshack, se negó en redondo a permitir la marcha de Luis del Espanyol al Bernabéu. A un paso estuvo… Ocurrió tres años y medio después de que Josep Lluís Núñez le reclamase para mantener a flote a un Barça que se hundía en la miseria deportiva y social. Aragonés dirigió apenas aquella temporada 1987-88 al Barça salvando el prestigio al ganar la Copa del Rey y saliendo envuelto en el olvido por posicionarse al lado de los jugadores en su guerra contra el presidente en el Motín del Hesperia. Él siempre supo quienes eran los suyos. Luis se ha marchado discretamente víctima de una leucemia que pocos deberían saber que sufría en un grado tan avanzado. Con él se va una parte importante de nuestro fútbol. De todos, sí, pero del Atlético de Madrid principalmente. De ese Atlético al que el Cholo Simeone ha colocado en la portada y que tiene desde hoy un motivo más para amenazar el reinado mediático y deportivo de Barça y Real Madrid. Era borde y antipático, pero era nuestro. Ni se callaba nada ni regalaba sonrisas y parabienes sin necesidad. Era auténtico. Era fútbol. Con mayúsculas. Feliz viaje, Zapatones. Genio y figura
Esta es una anécdota que explicó Paulo Futre hace algunos meses recordando la final de Copa de 1992. A través de ella puede entenderse que Guardiola estaba equivocado porque el puto amo no era Mourinho. Era Luis Aragonés.
Eran las nueve de la mañana y esa noche del 92 jugábamos la Final de la Copa en el Santiago Bernabéu contra el Real Madrid. Estaba con Manolo en la habitación, y alguien comenzó a dar puñetazos a la puerta. Nos despertamos con un susto de miedo.
- ¿Qué hora es?, le dije.
Él me respondió: “Son las nueve”, mientras los puñetazos sonaban cada vez más fuerte.
- ¿Quién es?, chillé desde mi cama. “Soy yo, abra la puerta”, me contestó.
Reconocí su voz: “¡Uf, el Míster” a estas horas, no me jodas!, pensé. Abrí la puerta.
Luis Aragonés entró como una fiera. Levantó las persianas, cogió una silla y se sentó al lado de mi cama. Yo apenas tenía los ojos abiertos por la claridad del día.
- “Míreme a los ojos”, me dijo.
- “¿Pero cómo voy a mirarle si todavía no he abierto los ojos?. Estoy seguro de que lo que me quiere decir lo podrá hacer más tarde”, le respondí.
- “Ni hablar, usted me va a mirar a los ojos y me va a escuchar ahora, ¿Se acuerda usted de los insultos que le propinaron Míchel, Gordillo y Hierro a Pizo Gómez?. ¿Usted sabe dónde y cómo le humillaron?.”
- “Claro que lo sé. Desde un coche comenzaron a burlarse de Pizo en un semáforo y a decirle: Eres nuestro ídolo y mil barbaridades”, le respondí. Luis me gritó: “Pues bien, Paulo, hoy vengaremos a Pizo. Estos tres se van a tragar los insultos que le hicieron a su compañero y hasta el último día de sus vidas van a recordar el día de hoy”.
Se levantó, nos lanzó una mirada que no olvidaré y mientras Manolo seguía medio escondido en la cama salió diciendo “ya pueden volver a dormir”. No volví a pegar ojo, claro. Y comencé a jugar la final en ese mismo momento.
El Atlético ganó aquella noche por 2-0 en el Bernabéu. No hace falta decir nada más.
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Ha muerto esta madrugada el rockjiblanco más grande. Jugador, entrenador, nunca fue capitán, eclipsado por Adelardo "el Paleto" Rodriguez
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Nuestro eterno entrenador, pasó de jugador a entrenador en un sólo día allá por el 75. Al año siguiente ganó su primera y única liga.
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Magistral, maestro de maestros del tiro libre. Su gol más famoso:
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Pero se le recordará por ser seleccionador nacional. Cambió la mentalidad de la selección española, una mentalidad derrotista e individual. Transmitió su espírito ganador, espíritu de equipo, espíritu de trabajo:
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Allá en el cielo te esperan Arteche, Escudero, Madynabeitia y otros tantos rockjiblancos ilustres.
Descansa en paz eterno Zapatones.

Saludos.
Saludos y ♪Forzatleti♫
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